lunes, 27 de septiembre de 2010

Sin Escapatoria




          Mi nombre es Alicia y tengo 16 años. Iba al colegio Alberto del Campo hasta  que todo termino de la forma menos pensada: Con un fin Apocalíptico Zombie. Aunque suene a película de suspenso así fue. De todo esto ya ha pasado 3 meses.

         Un día normal de escuela, lento, monótono, aburrido. Para variar estaba durmiendo en clases; la noche anterior no había podido dormir nada, algo me decía que no me durmiera. Y para variar, el profesor se le ocurrió la “brillante” idea de despertarme golpeando la mesa.
         -- ¡Señorita Lobos, es el colmo! No es la primera vez que se duerme en mi clase ¿¡Es acaso tan aburrido lo que enseño?! -grito.
         Maldito viejo. Todo el mundo sabe que jamás se me debe despertar bruscamente porque sino estoy de mal humor todo el endemoniado día.
         -- Sabe *profe* a mi no se me debe despertar así, si sabe lo que le conviene. No soy de las que tienen un lindo despertar. Y sí, esta materia no me interesa, prefiero dormir que conversar y distraer a quienes quieren aprender -conteste con pereza.
         -- ¿Acaso me está amenazando, señorita Lobos? -me pregunto con superioridad, como odio ese tono de voz.
         -- Tómeselo como quiera- tome mi mochila y salí de la sala.

         Fui hasta los baños y me senté en los lavamanos. Iba a tener problemas con mis padres de nuevo por responderle a un profesor. Bueno, no hay nada que hacer; sólo esperar a que fuera recreo. Me iba a poner los audífonos de mi reproductor cuando un golpe metálico llamó mi atención.
-- ¿Y eso? -guardé mi reproductor y fui a ver qué era lo que producía ese ruido, aunque me estaba arriesgando a que me encontraran fuera de clases. El ruido era constante y parecía venir del estacionamiento de los profesores, quien fuera el que estuviera golpeando seria mi héroe si echaba a bajo ese maldito portón.
         Cuando llegue ya se encontraban La Directora, el Tío Miguel (el auxiliar), Rodolfo (el profesor de gimnasia) y Carmen (la profesora de inglés).
         -- Más vale que se detenga o llamaremos a la policía -nada, incluso con esa amenaza los golpes se hicieron más fuertes. La Directora sacó su celular dispuesta a llamar a la policía pero el profesor Rodolfo la detuvo.
         -- No es necesario, yo me encargo. Miguel abre el portón- él tío Miguel dudo un poco pero al final abrió lo suficiente para que una persona saliera o entrara. Un hombre de cabello castaño corto se les lanzó encima al *profe* Rodolfo. El tío Miguel cerró el portón y fue en su ayuda, y en el forcejeo aquel hombre le arrancó un trozo de carne del brazo. El tío Miguel se retorció de dolor en el suelo mientras sostenía con fuerza su brazo. La Directora y la Profesora Carmen, ambas dieron un grito lleno de terror, yo estaba petrificada. ¡¿Qué rayos estaba pasando?! Solo quería correr y escapar de ahí, pero mis piernas no me respondían. El profesor Rodolfo (usando una llave de lucha) lanzó a aquel sujeto rompiéndole  la cabeza en el suelo, pero ya era muy tarde. Él tío Miguel ya estaba muerto.
         -- ¡Rápido, llamen una ambulancia!- yo ya estaba marcando el número de emergencia en mi celular cuando el tío Miguel empezó a gemir y a moverse. Aun estaba vivo o al menos eso pensábamos todos, hasta que le arrancó un enorme pedazo de carne del cuello de La Directora. Ese fue el detonador que me hizo reaccionar. Subí lo más rápido las escaleras hasta la sala y entre; todas se me quedaron viendo, murmurando entre ellas que me pasaba.
         -- Señorita Lobos. Primero sale de la sala sin autorización y ahora entra como una lunática a mi clase. Se acabó, la llevare ahora mismo a la dirección a hablar con la directora.
         -- No será necesario, al fin y al cabo La Directora está muerta y nosotros seguimos. Bueno, ustedes. Yo me voy de aquí- realmente me importaba muy poco la vida de todos los presentes en esa sala, bueno a excepción de una persona, Alexandra. Pero no podía evitar sentirme mal por los que morirían si no les avisaba.
         -- ¿A qué se refiere señorita?- me pregunto extrañado.
         -- Si se lo digo no me creería o se reiría de mí, pero bueno a ya usted y todas mis compañeras si me quieren creer. Hace unos 20 minutos alguien estaba golpeando el portón del estacionamiento de los *profes*. El tío Miguel, la *profe* Carmen, La Directora y el *profe* Rodolfo fueron a ver qué pasaba y al abrir la puerta un hombre ensangrentado se les tiró encima. Él tío Miguel mientras trataba de quitárselo de encima al *profe* Rodolfo, fue mordido y poco después le arrancó la garganta a La Directora. No es seguro quedarnos aquí, debemos irnos a nuestras casas.
         -- Señorita Lobos esa es la historia más…- no pudo terminar la oración porque en la ventana de la puerta apareció La Directora. Su cara estaba deforme y ensangrentada, le faltaba la mitad del cuello y gemía como condenada. Yo solo atine a agarrar la puerta para que no entrara pero era muy fuerte.
         -- ¡¿Qué rayos está esperando *profe*, acaso a que entre y nos haga lo mismo que le hicieron a ella?! ¡Cierre la puerta con llave!- se había quedado congelado-- ¡No sirve para nada! ¡Que alguien le ponga llave a la puerta!