Solo pude
asentir mientras tragaba la saliva que se había acumulado en mi boca. Como
cachorro regañado fui hasta la cocina y una vez dentro sentí como la puerta se
cerraba de un portazo. Me había enfrentado a muchos necrófagos, me había
enfrentado al grupo de Felipe, había sentido un miedo que te cagas, pero ahora
podía sentir como la muerte se encontraba entre nosotras. Note como a mi
derecha estaba el porta cuchillos de madera, todos con buen filo porque los
había afilado ayer. Dios. Lentamente
los empuje dentro del lavaplatos y me aleje de ahí.
-Estoy
molesta, Alicia Lobos.
-Alex, yo…
-¡Te callas!
-Me calló – ¡tengo miedo!
-¿En que
estabas pensando? ¿Sabes acaso lo que hiciste? ¡Nos pusiste en peligro a todas!
-No estaba
pensando –admití derrotada –Sé que las puse en peligro, pero… Agh… realmente no
tengo escusa.
-Te conozco
demasiado bien como para saber que algo te paso… ¿acaso fue Val?
-… sí.
Discutimos –el silencio reino por unos segundos –Sé que no es excusa para mi
arrebato infantil y también sé que disculparme no arreglara nada, pero
realmente lo siento y no se volverá a repetir.
-Alicia,
tenemos que hablar sobre tú y Val…
-Tranquila. Terminare
con ella, aunque realmente nunca empezamos –no pude evitar sonreír cuando dije
eso, pero no era una sonrisa de felicidad, o siquiera una sonrisa, creo que era
más una mueca.
-¿Estas
segura de eso?
-Lo estuve
pensando mientras andaba en motocicleta: desde un principio realmente nunca la conocí,
solo me atrajo su apariencia física y sus actitudes hacia a mí. Ella decía
amarme pero desvía rápidamente la vista frente a una bella mujer, porque para
que negarlo, Amanda es muy guapa. Además, está el hecho de que no puedo estar
con alguien que simplemente parece que está conmigo porque se acostumbró a mi –sentí
como las lágrimas volvían a salir –Alex… ni siquiera recuerdo nuestro último
beso… han pasado 6 meses desde que todo se fue a la mierda y siento que ha
pasado más tiempo desde la última vez que me dijo que amaba –fui retrocediendo
hasta que choque con la puerta que daba a la lavandería y luego me deslice
hacia abajo -¿Estoy mal? Quiero decir… no la conozco mucho, quizás no conozco
ni la mitad de su persona pero… aun así la amo. Dios… soy tan estúpida.
Finalmente
me había quebrado, no había servido de nada hacer todo ese escándalo. Necesito un cigarro. Tome la cigarrera
que estaba en mi bolsillo y saque de ella un tabaco, pero antes de poder
llevármelo a los labios sentí una nueva bofetada. Toque mi mejilla y mire
incrédula a mi mejor amiga: ella estaba a mi altura, llorando igual que yo.
-Dijiste que
ya no fumabas. No está mal Alicia –sentí como me rodeaba en un protector
abrazo, yo solo se lo devolví mientras volvía a llorar
-¿Qué hago?
Dios, no quiero que se vaya de mi lado. Le amo, enserio le amo.
No sé cuánto
tiempo paso pero en algún momento me quede dormida, finalmente la adrenalina
había dejado de hacerme efecto. Cuando desperté no me encontraba en mi
habitación, estaba en la de mis padres, ósea en la de Alex, Andrea y Jack. Me
enderece, me dolían los ojos. Busque con la mirada a Alex, pero me encontré
sola en la oscura habitación. Me puse de pie y camine hasta la puerta, que se
encontraba cerrada, pero no logre abrirla.
-¿Qué
demonios…? –Volví a intentarlo pero el resultado fue el mismo, le habían puesto
llave desde el otro lado -¡Alex! ¡Alex, abre la puerta!
-¿Para qué
quieres que venga? Este juego es de a dos.
Me volteé
asustada, estaba segura de que estaba sola, pero había alguien conmigo y era un
hombre. Muy cerca de mí se encontraba la silueta de un hombre de unos 20 o 25
años, alto, fornido. Podía ver una siniestra sonrisa en su rostro.
-¿Quién eres
tú? ¿Qué haces aquí? ¡¿Dónde están mis amigas?!
-Tranquila
–vi como dio unos pasos hacia a mi así que trate de retroceder pero estaba
completamente pegada a la puerta –Mis amigos se deben de estar divirtiendo con
ellas, justo en este momento ¿Acaso no escuchas?
Fue como si
mis oídos se volvieran más sensibles, podía escuchas quejidos, golpes, llanto y
suplicas “¡Basta!” “¡Me duele!” “¡No más, por favor!” “¡Detente!”. Podía oírlo,
podía escuchar como todas suplicaban que pararan, las estaban lastimando.
-No te sientas
mal, por ellas. Cuando se acostumbren lo disfrutaran, al igual que tu –pronto
me vi sobre la cama, atrapada por el enorme cuerpo del hombre. No podía
moverme, estaba paralizada –Eso es, no luches y déjate llevar. No me gustaría
tener que lastimar a tan bella dama.
Sentí como
sus manos recorrían mi cuerpo sobre mi ropa, me sentía sucia y asqueada, pero
aun así no podía moverme o hacer algo para que no me tocara. Las lágrimas
amenazaban por salir, eran de impotencia, me iban a violar y no podía hacer nada
al respecto. Cerré los ojos, si por ultimo no podía hacer nada al menos podía
intentar bloquear mi mente para no sentir nada. De pronto el peso sobre mi
cuerpo cambio a algo más ligero. Cuando abrí los ojos no estaba en el cuarto,
estaba en lo que parecía ser el patio de un campus universitario. Estaba
recostada sobre el césped, a la sombra de un limonero. Sobre mí se encontraba
una mujer que parecía dormir o disfrutar de la cercanía que teníamos, mis
brazos se encontraban en su cintura, en un abrazo. Se sentía bien estar así,
era tranquilo. Sentía la brisa soplar mi rostro, tan relajante. Cerré los ojos disfrutando de la cercanía y
tranquilidad que me daba el cuerpo ajeno. Al parecer estaba soñando, pero no
quería despertar. Pero quería saber quién era la mujer que estaba sobre mí. No
podía verle el rostro porque tenía su cabello suelto y lo tenía sobre su cara,
pero podía ver que era una mujer unos años mayor que yo, pero no demasiados.
Cabello largo hasta más abajo de la espalda baja, de un hermoso color castaño,
brillante y sedoso al tacto, lo sabía porque había llevado mi mano hasta el
para tocarlo. Era de cuerpo delgado, manos finas y bien cuidadas. Hasta ahora
me gustaba. Faltaba el rostro. Lleve mi mano hasta sus cabellos y los quite de
su rostro. No podía creerlo.
¿¡Amanda!?
Ahogue la
sorpresa en mi garganta. Pero parecía que no había sido suficiente, ya que la sentí
quejarse, parecía que estaba despertando. Yo aún no salía mi asombro y fue más
grande cuando ella finalmente se enderezo sobre mí y me regalo la más hermosa
sonrisa que había visto en mi vida. Seguido de un corto beso en la punta de mi
nariz.
-¿Qué
sucede? Parece que hubieras visto un fantasma. No es la primera vez que estamos
así.
-No es eso,
solo… creo que aún no me acostumbro.
-Puede que
tengas razón, no llevamos mucho tiempo juntas.
¿Cuándo tiempo llevamos juntas en
este sueño? Además ¿Dónde estábamos?
-¿Dónde
están las demás?
-Probablemente
estén haciendo ronda, el lugar es enorme ¿Tan pronto quieres volver al trabajo?
Volver al trabajo… ¿Quiero volver?...
No, no quiero. Quiero soñar por siempre. Aquí, en mi subconsciente, donde todo
es tranquilo y lleno de paz. Excepto el sueño anterior.
-No, no
quiero. Quiero estar así: contigo –la abrace y nos lleve a la posición en que
estábamos.
-Eres muy
caprichosa, pequeña.
El escenario
cambio nuevamente, esta vez me encontraba en mi habitación y en esta ocasión la
que se encontraba sobre un cuerpo era yo. Reconocí de inmediato esa voz y me
levante sobresaltada del cuerpo de Val. Nos encontrábamos desnudas, solo
cubiertas por una sabana. Sentí como los colores se alojaban en mis mejillas.
-Amo verte
sonrojada. Gracias por darme otra oportunidad, Al. Prometo no defraudarte nunca
más –me regalo un beso sobre mi frente, seguido de eso me abrazo cariñosamente.
Sentí como recorría mi espalda, mi cintura, mis caderas y mis nalgas. Mientras
susurraba mi nombre y hacia que la piel se me pusiera de gallina, de pronto
todo volvió a cambiar. Me encontraba en una habitación oscura, no podía ver más
allá de mi nariz. Camine insegura sin dirección, cuando tres personas aparecen
frente a mí: Val, Amanda y ese hombre.
-Alicia.
-Al.
-Bella dama.
Todo comenzó
a dar vueltas. Me tape los oídos para no oírlos llamarme, pero era inútil. Era
como si los escuchara en mi cabeza.
-Alicia.
-Al.
-Bella dama.
-¡Alicia!
-¡Al!
-¡Bella
dama!
-¡ALICIA!
-¡Cállense!
-¡Alicia
despierta!
Me levante
sobresaltada. Lleve mi mano hasta mi corazón, sentía como latía de forma
frenética, también sentía como mi cara estaba llena de sudor. Mire a la persona
que me había despertado y un enorme sonrojo se asomó en mis mejillas. Amanda me
miraba preocupada. Mire la cama donde estaba recostada y era un desastre.
-Dios…
-lleve mi mano hasta mi cara y la cubrí –Solo fue un sueño –volví a recostarme
y solté un largo suspiro, al parecer no estaba respirando.
-¿Estas
bien? Parecía que tenías una fea pesadilla, me ha costado despertarte.
-Sí, creo
que estoy bien –justo en ese momento mi estómago rugió reclamando alimentos
-¡Que vergüenza! –me gire al otro lado cubriendo mi rostro. Escuche como ella
se reía suavemente, volteé levemente y me di cuenta de que se cubría la boca
con el dorso de la mano mientras reía. Adorable.
-Me pidieron
que viniera por ti, la comida esta lista.
-Ahora bajo.
-Es que Alex me dijo que bajara contigo. Parece que no hay
que contradecirle, a pesar de que es menor que yo impone respeto.
-No se diga más –me senté sobre la cama y coloque mis pies
sobre el suelo. Me iba a colocar de pie pero me quede mirando a Amanda: era una
mujer madura, mayor, muy bella y se notaba que inteligente. También note que
ella se me quedo mirando. Aunque yo pensara todo eso de ella, probablemente
ella solo pensara en que solo soy una niña con el corazón roto.