sábado, 4 de agosto de 2012

Sin escapatoria ~cap 5


         Al parecer a Andrea no le gustaba la idea de que le destrozara la cabeza al que podría ser un familiar mío, pero no me importo. Le dedique una mirada para que supiera que estaba lista para lo que saliera de ese lugar y que afrontaría las consecuencias que se presentaran. Se agacho para tomar la argolla que servía como manilla, me miro, esperando que le diera alguna señal, yo solo asentí y trague. Levanto la compuerta y se alejo del lugar. Ambas esperamos ansiosas. Escuche unos pasos bastante inseguros subiendo la escalera, apreté con fuerza la pala, la sentí crujir. Y por fin se asomo, no era nadie que haya visto antes, era un chico rubio, quizás de 11 o 12 años, estaba bañado en sangre, pero estaba vivo. Vi como Andrea se acercaba a él, pero la detuve con solo mirarla.

         --¿Quién eres? –le pregunte.
         --Jack –respondió apenas de forma audible.
         --¿Cómo entraste? – volví a preguntar, pero esta vez un poco más relajada.
--Val me dejo aquí, dijo que estaría a salvo, que volvería por mí.
--¿Quién es Val? –Pregunto Andrea
--No lo se, me ayudo a escapar de mi padre y me dejo aquí, dijo que volvería por mi cuando encontrara un auto.
--¿Te mordieron? –le  pregunte mientras dejaba la pala en el lugar donde estaba antes.
--No, por suerte no.
         Mire a Andrea y sonreí. Vi como ella también se relajaba y también reía. Me acerque al niño y le acaricie el cabello.
         --Iré por el machete y el sable, tenemos que entrar
         --¿Vives aquí? –me pregunto Jack.
         --Si, bienvenido a mi humilde morada –sonreí antes de bajar.
         --¡Espera! ¡No bajes!
         Eso me preocupo ¿qué había haya abajo? Aun cuando sentí que el chico me sujetaba del brazo para que no bajara seguí. Grave error. Abajo estaban los cuerpos de mi mamá y de mi papá, desmembrados, tuve que sujetarme de la escalera para no caer. Sentí unas inmensas ganas de vomitar; no sé de donde saque la fortaleza, pero no lo hice, los ojos me ardían, iba a llorar otra vez. Me abrace a mi misma tratando de no sollozar muy alto para no asustar a Andrea, una mano cubrió mis ojos y me susurro al oído.
         No mires.
         No era Andrea, ni Jack, ni siquiera sabía quién era, solo sabía que era una mujer por la voz y el tacto de su mano. Me ayudo a subir a tientas la escalera. Una vez que estuvimos afuera me soltó y se giro para cerrar la compuerta.
         --¡Espera! –le grite –Son mi familia –sentía como se me quebraba la voz –Deja que los entierre –nuevas lagrimas se asomaron.
         --No creo que estés en condiciones para hacerlo ahora, te recomiendo hacerlo una vez que hayas procesado lo que viste.
         --¿Quién eres tú y cómo entraste? –vi como Andrea se ponía frente a la chica que me ayudo.
         --Llámame Val, entre saltando la reja principal. Tus amigas ya no deben de aguantar la ansiedad de saber si están bien.
         --¿¡Como se te ocurre dejar a un niño pequeño con mis padres…!? –las palabras se ahogaron en mi garganta.
         --Le había vendado los ojos y le dije que no se sacara la venda hasta que sintiera que la puerta se abriera, pero no conté con que la dueña de casa apareciera –me miro y sonrió levemente, sentí como un incomodo calor subía hasta mis mejillas. Tiene que ser por las lágrimas.
         Cuando ya me sentí mejor volví a acercarme a la puerta y me agache para abrirla. Sentí la mano de Val en mi hombro, deteniéndome para que no volviera a ver la masacre de mis padres. Pero yo la aparte de forma sutil. Baje nuevamente pero esta vez Andrea me acompaño, vi su cara desfigurada por el terror y el asco, supongo que es la misma cara que puse yo cuando los vi la primera vez. Camine hasta un armario de metal y lo abrí, lo primero que vi fue el sable de mi papá, lo tome y lo saque le su funda, no tenia filo pero serviría para defenderse al menos hasta que tenga en mi poder la pistola, el rifle y la escopeta de papá. Le entregue el sable a Andrea; estaba sentada en la escalera tratando de no vomitar por la imagen, agradecí mentalmente que no lo hiciera. El machete de mi abuelo estaba en un baúl, pero para mi mala suerte estaba justo detrás de los cadáveres de mis papás. Trague y me acerque a ellos, tenía miedo pero no podía demostrarlo, tenía que haber alguien en el grupo con la cabeza fría o estaríamos perdidos. Pude llegar hasta el baúl sin tocar algún miembro de mis progenitores, busque entre todos los cachureos que a papá le gustaba guardar hasta que lo encontré en el fondo, lo tome entre mis manos y lo saque de la funda de cuerdo natural; sentí su filo con mi pulgar, estaba algo oxidado por la humedad y los años pero aun podría cumplir su función. Y si no, se cómo sacarle filo a cualquier arma blanca.