--Tapen los ojos de
Jack, no quiero que vea esto –Fernanda y Nicole se encargaron de que Jack no
viera nada.
Me tire en contra de
una de esas cosas y le plante el machete en medio de la frente, fue tanta la
fuerza que emplee que lo mande al suelo y el machete quedo incrustado. Otra de
esas cosas que parecía ser una mujer de no más de 30 años se me acercaba pero
Val le atravesó el abdomen con el sable por detrás. Cuando logre sacar el
machete lo enterré en la cabeza de un hombre calvo con la camisa hecha girones
y toda ensangrentada, pero esta vez no lo hice con tanta fuerza y tuve que
repetir la acción un par de veces. Estaba tan concentrada que no me di cuenta
cuando una de esas cosas me tomo del pelo y me arrojo lejos. Cuando me iba a
levantar tenia a esa cosa sobre mí tratando de morderme el rostro o cualquier
parte de mi cuerpo, el olor a putrefacción era muy fuerte.
--¡Alicia! –escuche
un grito y lo próximo que vi fue sangre en mi rostro. Alex había tomado el
machete de mi abuelo y se lo planto en la cabeza a esa cosa.
--Alex, tienes que
dejar de matar a esas cosas cuando están sobre mi –trate de bromear pero la sentí
abrazarme.
--¡Desde que todo
esto empezó van dos veces que te salvo, acaso quieres morir! ¡A este paso lo
vas a lograr! –hundió su rostro en mi cuello y lloro. Por suerte Val ya había
terminado con el otro que quedaba así que ya no había peligro, por ahora. Correspondí
su abrazo y deje que su aroma me inundara.
--Lo siento, Alex.
Solo quiero que estén a salvo, disculpa que sea tan imprudente
--Se que eres así,
pero no te quiero perder. Esto no es como en el colegio que hacías algo que
estaba mal y te regañaban o suspendían ahora si te equivocas te mueres –se
separo de mi para verme a los ojos. Yo bese su nariz como siempre hacia.
--Tenemos que volver
a casa, antes de que esas cosas se den
cuenta de que estamos aquí –trate de separar a Alex de mi pero solo se apretó
mas a mi cuerpo.
--No parece que estén
muy interesados en nosotros, parece que solo quieren llegar al fuego –hablo Val
mirando el cerro, su mirada se veía distinta hasta podría decir molesta.
Como pude separe a
Alex de mí y seque sus lágrimas. Le regale una sonrisa y le tomé la mano.
Caminamos de vuelta a casa, ya era casi la hora del almuerzo y aun nos quedaba
limpiar las casa para poder abastecernos de lo que hubiera de utilidad. Pero de
todos modos solo teníamos que limpiar algunas casa, seguramente los más rapidos
y listos debieron de haber huido cuando pudieron. Aunque pensándolo bien todo
debió hacer colapsado, asi que las personas que huyeron en auto ya deber de
haber muerto.
--Tengo hambre
–reclamo Jack
--Cuando lleguemos
preparemos el almuerzo. Hace unos días mi mamá había hecho las compras, veremos
que preparamos –le dije.
--Al, tu no sabes
cocinar –se burlo Alex.
--Puedo hacer el
intento Alex –le reclame.
Cuando llegamos a
casa Alex, Nicole y yo fuimos a la cocina a hacer el intento de cocinar algo
para almorzar, mientras Val, Fernanda, Andrea y Jack iban a limpiar las
habitaciones. En mi cabeza aun daba vueltas la expresión de Val cuando bese la
nariz de Alex ¿Por qué nos miro así? ¿Se estará haciendo ideas raras sobre
nosotras? O quizás ¿Sea homofóbica? Eso era más factible ya que habíamos visto
a Nicole y a Fernanda besándose antes de que fuéramos a cerrar los portones.
Aunque era la razón más cercana a la realidad que se me ocurría, había algo que
no dejaba de molestarme.
--Oye Al, sé que no
sabes cocinar aparte de la comida de microondas pero “más ayuda el que no
estorba”
Fue cuando volví en
mis cabales, me había quedado completamente ensimismada mirando el interior del
refrigerador.
--Perdón, Alex. No sé
que me paso, solo me quede pensando. Me dijiste que te pasara la carne molida
¿no?
--¿Estás bien,
Alicia? –me pregunto Nicole.
--Si, tranquila.
Estoy algo cansada y supongo que mi mente esta divagando.
--¿Por qué no
descansas? Esto se va a tardar un rato, Nicole y yo podemos arreglárnoslas. Al,
no te vez bien han pasado muchas cosas…
--Solo te quieres
deshacer de mi porque no se cocinar Alex –le reclame haciendo un puchero.
Las tres reímos por
mi expresión y mi reclamo infantil. Lo cierto era que no quería estar sola
porque esos pensamientos volverían a asaltarme y no me dejarían tranquila hasta
hallar la solución. No me gustaba quedarme con la duda y algo me decía que la
única forma de conseguir respuestas era a través de Val. Al final hicimos
espagueti con salva a la boloñesa; fácil, rápido y llenador por la cantidad de
carbohidratos.
--Esto ya esta
¿Quién va a ir a buscar a los demás? –Alex me miro a mi como esperando que yo
fuera a saltar para ir a buscar a los demás.
--No creo que sea
necesario, el olor las hará bajar. Pondré el servicio –me acerque a donde se
guardaban los cubiertos y luego me fui al comedor.
Como si predijera el
futuro el primero en bajar fue Jack alegando que tenía mucha hambre, detrás de
él venía Fernanda y Andrea, pero Val no bajo junto con ellas. Me pareció
extraño que no bajara ya que debería tener hambre igual que todos.
--Feña ¿Dónde está
Val?
--Dijo que ya
bajaba, que quería terminar de limpiar detrás de la puerta antes de bajar a
comer. Aunque siendo franca yo no tengo mucha hambre, la sangre me quito el
apetito.
--Yo si tengo
hambre, aunque eso no es novedad en mi –Andrea fue a la cocina para poder
ayudar a llevar los platos a la mesa del comedor.
--Si quieres puedes
comer fruta o lo que quieras del refrigerador, como ayer fue fin de semana mi
papá había dejado muchas verduras listas para aliñar y servir en el refrigerador,
solo si quieres.
--Vale, te tomare la
palabra. Sé que les tiene que haber quedado delicioso pero…
--Se entiende Feña,
tranquila. Voy a buscar a Val.
Sentí la mirada de
todas sobre mi espalda, me incomodaba pero no le di importancia, solo iba a
decirle que la comida estaba lista y si no quería bajar pues haría uso de la
fuerza porque nos habíamos… me había esforzado en ayudar a cocinar. Subí las
escaleras y vi la puerta de mi hermana Viviana cerrada, por lo que deduje que
Val estaba del otro lado. Me acerque y golpee suavemente para que me abriera.
--Fernanda, te dije
que ya bajaba quiero… --abrió la puerta y se quedo perpleja al verme al otro
lado de la puerta.
--Siento
desilusionarte, pero soy yo.
--No estoy
desilusionada, al contrario me alegra verte. Solo quiero terminar de limpiar lo
que ensuciamos –sentí como los colores volvían a anidarse en mis mejillas.
--Puedes hacer eso
después de comer. Si quieres te puedo ayudar cuando terminemos.
--No puedes, cuando
terminemos de comer iremos limpiar las casas para ver que encontramos ¿lo
recuerdas?
--Es verdad –me
adentre en la habitación que fue una vez de mi hermana, Val cerró la puerta una
vez que estuve completamente dentro, se sentía su olor inconfundible pero había
algo que ya no estaba. Dirigí mi vista a las marcas de sangre que no habían
terminado de salir de la alfombra –Tal parece que no todo se podrá borrar.
--Tal parece que no.
Nos quedamos en silencio
breves momentos, observe la habitación, todo estaba muy desordenado y revuelto,
la cama no tenia sabanas puestas y el olor al metal de la sangre comenzaba a
darme asco aunque podría ser perfectamente la sangre seca de mi cuerpo. Desde
que habíamos llegado no me había cambiado y yo era la que más sucia estaba.
Voltee a verme en el espejo de mi hermana y recién en ese momento me di cuenta
de lo demacrada que estaba; mi pelo castaño que siempre llevaba suelto estaba
completamente despeinado y enmarañado, mi piel blanca tenia tonos cafés por
culpa de la sangre seca, mi uniforme jamás se había visto tan mal en especial
mi blusa que en algún momento fue blanca.
--Dios, me veo fatal. Con
razón las chicas querían que descansara.
--Puede que suene
escabroso pero a mí me gusta, te vez exóticamente sensual así –la vi a través
del espejo, estaba sonrojada y se alisaba el pelo de la nuca con la mano. Ese
había sido el cumplido más extraño que me habían dicho en la vida, pero no
dejaba de ser en cierto modo lindo.
--No se si darte las
gracias o correr. En fin, no te demores mucho o se enfriara. Iré a bañarme, me
urge una ducha –iba caminando hacia la salida cuando me envolvió en sus brazos
y escondió su rostro en mi cuello provocando un escalofrío que me recorrió todo
el cuerpo.
--¿Puedo hacerte una
pregunta un tanto personal? –hablo en mi cuello y el aire caliente que salió de
su boca me puso la carne de gallina.
--Supongo que sí,
pero en esta posición es algo incomodo –hable de forma atropellada por lo
nerviosa que estaba, un tierno color rosa adorno mis mejillas. Val no se movió
de la posición en que se encontraba así que trate de respirar normalmente ya
que se notaba que separarse no era una opción.
--¿Qué relación
tienen tu y Alexandra? –me giro de tal manera que quedara frente al espejo,
ella levanto lentamente la mirada, tenía una mirada profunda y seria, como un
depredador protegiendo su presa.
--¿A qué te refieres?
Solo somos amigas y nada más. La única pareja es Nicole y Fernanda, las vimos
cuando se estaban besando.
--¿Qué me dices de
Andrea?
--Ella también es mi
amiga ¿Por qué tantas preguntas?
--Solo me parecía
extraño sus muestras de cariño –volvió a esconder su rostro en mi cuello y creí
sentirla sonreír en mi hombro. Cerré los ojos disfrutando del contacto y su
aroma. Olía a jabón y hierro, seguramente por la sangre que había en sus ropas.
Cuando abrí los ojos
la encontré observándome detenidamente, sentí como recorría mi reflejo de
arriba abajo deteniéndose en mi rostro, vi como se mojaba los labios con la
lengua y se mantenía en esa posición. Yo también aproveche de recorrer su
reflejo en el espejo; se veía mas madura que yo, aun no creía que tenia 14 se
veía mayor, sus ojos cafés casi negros parecían dos perlas, sus ojos grandes y
expresivos pero a la vez llenos de incógnitas. No podía ver su cuerpo porque está
detrás de mí, pero podía sentir como su pecho subía y bajaba de forma agitada,
también podía sentir que no tenía mucho busto y eso extrañamente me gustaba. Volví
a su rostro, sus pestañas eran largas y sus labios ni muy gruesos ni muy
delgados, eran perfectos y se veían con experiencia. El pensar que Val ya había
besado a alguien me hizo sentir incomoda y molesta. Celosa. Sentí un gran deseo de sentir sus labios sobre los míos,
que recorriera mi cuerpo con sus besos hasta que suplicara que se detuviera
solo para que ella siguiera e ignorara mis plegarias.
Me gire levemente
pasa poder quedar frente a frente, subí una de mis manos hasta su rostro y lo
delinee suavemente, disfrutando del contacto. Fue cuando volví a ver sus
labios, de forma inconsciente me volví a remojar los labios con la lengua; la
deslice como su hubiera comido algo muy delicioso y estuviera saboreándome aun.
No sé quien se movió
antes, pero en cuanto me di cuenta nos estábamos besando.