miércoles, 15 de marzo de 2017

Hay una salida ~capitulo 8~

Solo pude asentir mientras tragaba la saliva que se había acumulado en mi boca. Como cachorro regañado fui hasta la cocina y una vez dentro sentí como la puerta se cerraba de un portazo. Me había enfrentado a muchos necrófagos, me había enfrentado al grupo de Felipe, había sentido un miedo que te cagas, pero ahora podía sentir como la muerte se encontraba entre nosotras. Note como a mi derecha estaba el porta cuchillos de madera, todos con buen filo porque los había afilado ayer. Dios. Lentamente los empuje dentro del lavaplatos y me aleje de ahí.

-Estoy molesta, Alicia Lobos.
-Alex, yo…
-¡Te callas!
-Me calló – ¡tengo miedo!
-¿En que estabas pensando? ¿Sabes acaso lo que hiciste? ¡Nos pusiste en peligro a todas!
-No estaba pensando –admití derrotada –Sé que las puse en peligro, pero… Agh… realmente no tengo escusa.
-Te conozco demasiado bien como para saber que algo te paso… ¿acaso fue Val?
-… sí. Discutimos –el silencio reino por unos segundos –Sé que no es excusa para mi arrebato infantil y también sé que disculparme no arreglara nada, pero realmente lo siento y no se volverá a repetir.
-Alicia, tenemos que hablar sobre tú y Val…
-Tranquila. Terminare con ella, aunque realmente nunca empezamos –no pude evitar sonreír cuando dije eso, pero no era una sonrisa de felicidad, o siquiera una sonrisa, creo que era más una mueca.
-¿Estas segura de eso?
-Lo estuve pensando mientras andaba en motocicleta: desde un principio realmente nunca la conocí, solo me atrajo su apariencia física y sus actitudes hacia a mí. Ella decía amarme pero desvía rápidamente la vista frente a una bella mujer, porque para que negarlo, Amanda es muy guapa. Además, está el hecho de que no puedo estar con alguien que simplemente parece que está conmigo porque se acostumbró a mi –sentí como las lágrimas volvían a salir –Alex… ni siquiera recuerdo nuestro último beso… han pasado 6 meses desde que todo se fue a la mierda y siento que ha pasado más tiempo desde la última vez que me dijo que amaba –fui retrocediendo hasta que choque con la puerta que daba a la lavandería y luego me deslice hacia abajo -¿Estoy mal? Quiero decir… no la conozco mucho, quizás no conozco ni la mitad de su persona pero… aun así la amo. Dios… soy tan estúpida.

Finalmente me había quebrado, no había servido de nada hacer todo ese escándalo. Necesito un cigarro. Tome la cigarrera que estaba en mi bolsillo y saque de ella un tabaco, pero antes de poder llevármelo a los labios sentí una nueva bofetada. Toque mi mejilla y mire incrédula a mi mejor amiga: ella estaba a mi altura, llorando igual que yo.

-Dijiste que ya no fumabas. No está mal Alicia –sentí como me rodeaba en un protector abrazo, yo solo se lo devolví mientras volvía a llorar
-¿Qué hago? Dios, no quiero que se vaya de mi lado. Le amo, enserio le amo.

No sé cuánto tiempo paso pero en algún momento me quede dormida, finalmente la adrenalina había dejado de hacerme efecto. Cuando desperté no me encontraba en mi habitación, estaba en la de mis padres, ósea en la de Alex, Andrea y Jack. Me enderece, me dolían los ojos. Busque con la mirada a Alex, pero me encontré sola en la oscura habitación. Me puse de pie y camine hasta la puerta, que se encontraba cerrada, pero no logre abrirla.

-¿Qué demonios…? –Volví a intentarlo pero el resultado fue el mismo, le habían puesto llave desde el otro lado -¡Alex! ¡Alex, abre la puerta!
-¿Para qué quieres que venga? Este juego es de a dos.

Me volteé asustada, estaba segura de que estaba sola, pero había alguien conmigo y era un hombre. Muy cerca de mí se encontraba la silueta de un hombre de unos 20 o 25 años, alto, fornido. Podía ver una siniestra sonrisa en su rostro.

-¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? ¡¿Dónde están mis amigas?!
-Tranquila –vi como dio unos pasos hacia a mi así que trate de retroceder pero estaba completamente pegada a la puerta –Mis amigos se deben de estar divirtiendo con ellas, justo en este momento ¿Acaso no escuchas?

Fue como si mis oídos se volvieran más sensibles, podía escuchas quejidos, golpes, llanto y suplicas “¡Basta!” “¡Me duele!” “¡No más, por favor!” “¡Detente!”. Podía oírlo, podía escuchar como todas suplicaban que pararan, las estaban lastimando.

-No te sientas mal, por ellas. Cuando se acostumbren lo disfrutaran, al igual que tu –pronto me vi sobre la cama, atrapada por el enorme cuerpo del hombre. No podía moverme, estaba paralizada –Eso es, no luches y déjate llevar. No me gustaría tener que lastimar a tan bella dama.

Sentí como sus manos recorrían mi cuerpo sobre mi ropa, me sentía sucia y asqueada, pero aun así no podía moverme o hacer algo para que no me tocara. Las lágrimas amenazaban por salir, eran de impotencia, me iban a violar y no podía hacer nada al respecto. Cerré los ojos, si por ultimo no podía hacer nada al menos podía intentar bloquear mi mente para no sentir nada. De pronto el peso sobre mi cuerpo cambio a algo más ligero. Cuando abrí los ojos no estaba en el cuarto, estaba en lo que parecía ser el patio de un campus universitario. Estaba recostada sobre el césped, a la sombra de un limonero. Sobre mí se encontraba una mujer que parecía dormir o disfrutar de la cercanía que teníamos, mis brazos se encontraban en su cintura, en un abrazo. Se sentía bien estar así, era tranquilo. Sentía la brisa soplar mi rostro, tan relajante. Cerré los ojos disfrutando de la cercanía y tranquilidad que me daba el cuerpo ajeno. Al parecer estaba soñando, pero no quería despertar. Pero quería saber quién era la mujer que estaba sobre mí. No podía verle el rostro porque tenía su cabello suelto y lo tenía sobre su cara, pero podía ver que era una mujer unos años mayor que yo, pero no demasiados. Cabello largo hasta más abajo de la espalda baja, de un hermoso color castaño, brillante y sedoso al tacto, lo sabía porque había llevado mi mano hasta el para tocarlo. Era de cuerpo delgado, manos finas y bien cuidadas. Hasta ahora me gustaba. Faltaba el rostro. Lleve mi mano hasta sus cabellos y los quite de su rostro. No podía creerlo.

¿¡Amanda!?

Ahogue la sorpresa en mi garganta. Pero parecía que no había sido suficiente, ya que la sentí quejarse, parecía que estaba despertando. Yo aún no salía mi asombro y fue más grande cuando ella finalmente se enderezo sobre mí y me regalo la más hermosa sonrisa que había visto en mi vida. Seguido de un corto beso en la punta de mi nariz.

-¿Qué sucede? Parece que hubieras visto un fantasma. No es la primera vez que estamos así.
-No es eso, solo… creo que aún no me acostumbro.
-Puede que tengas razón, no llevamos mucho tiempo juntas.

¿Cuándo tiempo llevamos juntas en este sueño? Además ¿Dónde estábamos?

-¿Dónde están las demás?
-Probablemente estén haciendo ronda, el lugar es enorme ¿Tan pronto quieres volver al trabajo?

Volver al trabajo… ¿Quiero volver?... No, no quiero. Quiero soñar por siempre. Aquí, en mi subconsciente, donde todo es tranquilo y lleno de paz. Excepto el sueño anterior.

-No, no quiero. Quiero estar así: contigo –la abrace y nos lleve a la posición en que estábamos.
-Eres muy caprichosa, pequeña.

El escenario cambio nuevamente, esta vez me encontraba en mi habitación y en esta ocasión la que se encontraba sobre un cuerpo era yo. Reconocí de inmediato esa voz y me levante sobresaltada del cuerpo de Val. Nos encontrábamos desnudas, solo cubiertas por una sabana. Sentí como los colores se alojaban en mis mejillas.

-Amo verte sonrojada. Gracias por darme otra oportunidad, Al. Prometo no defraudarte nunca más –me regalo un beso sobre mi frente, seguido de eso me abrazo cariñosamente. Sentí como recorría mi espalda, mi cintura, mis caderas y mis nalgas. Mientras susurraba mi nombre y hacia que la piel se me pusiera de gallina, de pronto todo volvió a cambiar. Me encontraba en una habitación oscura, no podía ver más allá de mi nariz. Camine insegura sin dirección, cuando tres personas aparecen frente a mí: Val, Amanda y ese hombre.

-Alicia.
-Al.
-Bella dama.

Todo comenzó a dar vueltas. Me tape los oídos para no oírlos llamarme, pero era inútil. Era como si los escuchara en mi cabeza.

-Alicia.
-Al.
-Bella dama.
-¡Alicia!
-¡Al!
-¡Bella dama!
-¡ALICIA!
-¡Cállense!
-¡Alicia despierta!

Me levante sobresaltada. Lleve mi mano hasta mi corazón, sentía como latía de forma frenética, también sentía como mi cara estaba llena de sudor. Mire a la persona que me había despertado y un enorme sonrojo se asomó en mis mejillas. Amanda me miraba preocupada. Mire la cama donde estaba recostada y era un desastre.

-Dios… -lleve mi mano hasta mi cara y la cubrí –Solo fue un sueño –volví a recostarme y solté un largo suspiro, al parecer no estaba respirando.
-¿Estas bien? Parecía que tenías una fea pesadilla, me ha costado despertarte.
-Sí, creo que estoy bien –justo en ese momento mi estómago rugió reclamando alimentos -¡Que vergüenza! –me gire al otro lado cubriendo mi rostro. Escuche como ella se reía suavemente, volteé levemente y me di cuenta de que se cubría la boca con el dorso de la mano mientras reía. Adorable.
-Me pidieron que viniera por ti, la comida esta lista.
-Ahora bajo.
-Es que Alex me dijo que bajara contigo. Parece que no hay que contradecirle, a pesar de que es menor que yo impone respeto.

-No se diga más –me senté sobre la cama y coloque mis pies sobre el suelo. Me iba a colocar de pie pero me quede mirando a Amanda: era una mujer madura, mayor, muy bella y se notaba que inteligente. También note que ella se me quedo mirando. Aunque yo pensara todo eso de ella, probablemente ella solo pensara en que solo soy una niña con el corazón roto.