Me
quede viendo el filo del machete al menos 1 minuto completo, mi abuelo se
lo había decomisado a un borracho en sus años de policía y se lo quedo como
trofeo. Mi papá lo heredo cuando mi abuelo murió. Hace solo unos meses mi papá
–que había seguido los pasos de mi abuelo y también se convirtió en policía– me
había enseñado a manejar sus armas, su sable y el machete. Nunca me molesto que
lo hiciera, según él era para que pasáramos tiempo de calidad, ahora me alegro
que lo hiciera. Trague saliva y mire los restos de mis padres. Sentí como mi
corazón se apretaba y se me formaba ese incomodo nudo en la garganta que se
formaba antes de llorar, pero me reusé a hacerlo.
--¿Por qué estaban en la casa? Se supone que como es día laboral deberían estar
en el trabajo, y más importante ¿Quién les hizo esto?
Mientras analizaba la situación me olvide completamente de mi alrededor hasta
que la voz de Andrea me saco de mis pensamientos.
--Alicia, me hago la idea de que lo estas pasando mal, pero vámonos de aquí.
Creo que voy a vomitar y no quiero hacerlo aquí y tampoco te quiero dejar sola.
--Enseguida voy –Metí el machete en su funda y me lo colgué –Lo siento, te puse
en esta situación tan…
--No te preocupes –me sonrió de forma cálida a lo cual yo respondí con una
sonrisa similar –vamos a limpiar la casa antes de que a Alex le dé un ataque
por lo mucho que hemos demorado.
--Tienes razón –estire mi mano hacia ella y ella la tomo. Subimos tomadas de la
mano, para mí era absolutamente normal esa muestra de cariño hacia ella ya que
nos conocíamos desde hace mucho tiempo.
Cuando llegamos arriba, Val estaba limpiando la sangre de Jack, me pareció
extraño de que no se haya ido mientras estábamos en la bodega y luego pensé que
era obvio, seguramente no habría un lugar más seguro que donde hay armas, en
especial si hay alguien que la sabe usar.
--¿Te quedaras? –le pregunte, Andrea me miro con sorpresa ya que no sabíamos
nada de ella ni de Jack.
--¿Pue…podemos? –pregunto de vuelta mientras sonreía
--Siempre y cuando estés dispuesta a ayudar en lo que sea necesario –respondí
seria, aunque el que este sonrojada no ayudaba en nada a mi actitud.
--Tu qué piensas Jack ¿te quieres quedar? –Se agacho a la altura del rubio –Yo
aceptare solo si tu quieres quedarte, no te voy a dejar solo.
--¿Nos podemos quedar en tu humilde morada? –me pregunto el pequeño a lo cual
no pude evitar el soltar una pequeña risa.
--No hay problema, hay suficiente espacio para los 2.
--Te ves mejor con una sonrisa en el rostro que con lagrimas –me dijo Val a lo
cual mi sonrojo se hizo más notorio
Antes de cerrar el bunker eche una última mirada al lugar. Cuando me voltee
hacia mis “compañeros” todos me observaban con tristeza pero yo respondí con
una sonrisa que los relajo. Camine hacia la puerta principal de mi casa y saque
las llaves para abrir, pero antes de hacerlo me fije que había sangre en el
interior.
--¿Andrea, sabes ocupar el sable?
--Yo…
--Eso creí, esperen afue…
--Yo sé ocuparlo, iré contigo –interrumpió Val
--Pero…
--Yo hacía Kendo con mi hermano así que supongo que puedo proteger tu espalda
–a pesar de la seriedad de sus palabras sus ojos tenían un extraño brillo pero
lo ignore.
--De acuerdo, Andrea cuida a Jack y si pasa algo grita, vendremos de inmediato.
--Ok
--Tengan cuidado –advirtió Jack
--Lo tendremos, yo la cuido –le dijo a Jack mientras me giñaba el ojo.
Concéntrate, me dije a mi misma
cuando sentí que nuevamente los colores se me subían.
Escuche como Andrea reprimía una risa pero mi mirada asesina la silenció.
Desenfunde el machete y Val hizo lo mismo con el sable, vi como comprobaba que
no tenia filo y sonrió. No entendí su mueca pero no le di importancia. Abrí la
puerta y entramos en silencio, cuando ya estuvimos dentro cerré, tratando de
hacer el menor ruido posible. Mi casa constaba con 3 pisos; un living comedor,
una habitación cyber –porque habían dos computadores–, una cocina, dos
habitaciones matrimoniales, dos habitaciones individuales, 3 baños y una librería
en donde habían dos camas para las visitas, era grande, bueno vivíamos 5
personas pero aun así había veces que se nos hacía poco el espacio. Revisamos
todo el primer piso pero no encontramos nada, subimos las escaleras para llegar
al segundo piso y repetimos la acción; revisamos la habitación de mis padres en
donde aproveche para buscar la pistola de mi papá, la escopeta y el rifle a
postones. La pistola la encontré donde siempre estaba, pero no encontré por
ningún lado la escopeta ni el rifle. Seguramente mi papá la había movido de su
lugar cuando reorganizamos la casa.
Maldita sea, “ordenemos la casa
dijeron, votemos todo lo que no sirve dijeron, guarda esas cosas tan peligrosa
fuera del alcance de los niños DIJERON” esto es frustrante donde rayos guardo las armas mi papá.
Revise la pistola, estaba limpia –mi papá la debe haber limpiado días antes
–tenía el cartucho completo y el extra también estaba cargado.
--Escucha, mi papá escondió la escopeta y el rifle, los buscaremos cuando
hayamos revisado toda la casa y cuando estemos todas.
--Por mí no hay problema.
Seguimos buscando cuando un ruido desde la pieza de mi hermana nos llamo la
atención. La puerta estaba con marcas de manos ensangrentadas y parecía que
alguien hubiera tratado de entrar por la fuerza. Trate de abrir la puerta pero
estaba con seguro.
--Me pregunto si…–pegue el oído a la puerta y golpee.
Tok tok
--¿Enserio crees que te va a abrir?
--Quiero comprobar algo –volví a repetir la acción y un fuerte golpe en la
puerta fue la repuesta. Del puro susto retrocedí y choque con Val.
--¿Hay alguna forma de entrar sin derribar la puerta? –me pregunto sujetándome
de los hombros pero sin alejarme o ejercer presión.
--S…si la hay, pero…
--¿Pero?
--¿Me puedes soltar por favor? –le pedí avergonzada, no entiendo, ¿¡porque me comporto así!?
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