sábado, 29 de diciembre de 2012

Sin escapatoria ~cap 7, ~cap 8

         Nos quedamos unos minutos en esa posición, parecía que no me quería soltar, pero lo hizo –creo que de mala gana–. Me voltee a verla, era mucho más alta que yo, me sacaba una cabeza completa, tenía el pelo corto como varón, y lo tenía peinado hacia la izquierda, vestía una polera negra sin ningún diseño y unos jeans grises, también tenía unas zapatillas de básquet negras con blanco de marca Nike, su cuerpo lucía atlético –seguramente por el kendo–. Tenía una perforación en el lóbulo derecho y una expansión en el izquierdo, y a través de su pelo pude apreciar que también tenía un pircing en la ceja. Se veía…linda, pero en un sentido distinto al que se lo diría a alguna amiga. Sentí el impulso de tocar su rostro, aquella cara que demostraba mucha más madures que la mía. Pero qué pensaría de mí, además estábamos en un lugar peligroso, muchas vidas dependían de nosotras ¡y yo no me podía concentrar en esta sencilla misión!
         --Se que soy atractiva pero tenemos que ver quien está dentro de la habitación –ese comentario me hizo poner los pies en la tierra, me le había quedado viendo como idiota quien sabe cuánto tiempo.
         --Yo… –no tenia siquiera una buena escusa –Solo… –piensa en algo maldita sea –me pareció extraño que no estuvieras con uniforme, parece que tienes solo unos años más que yo pero aun así parece que eres estudiante de preparatoria.
         --Valla me ofendes –me dijo con molestia claramente fingida.
         --No entiendo…
         --¿Qué edad crees que tengo?
         --Ammm no lo sé unos 18 ¿quizás?
         --Te equivocas pequeña, tengo 14
         Mi cara se descompuso, ¿¡Como que tenia 14!? Se veía más grande en todo sentido de la palabra.
         --¿¡como que tienes 14!? Más importante aun ¿¡Como que pequeña!? ¡Tengo 16! –si había algo que me molestara mas era que se metieran con mi estatura.
         Ahora la sorprendida era ella, yo aparentaba tener al menos 13; como era baja de altura y de rasgos infantiles siempre había sido centro de burlas, pero me encargue de cerrarles la boca a todo aquel que osara a burlarse de mi o de mis seres cercanos; familia o amigos. En la escuela me había ganado el apodo de Diablita, por mi mal carácter cuando interrumpían mis siestas o porque sin importar el lugar yo me vengaba de aquel que cometiera el craso error de reírse de mí, y por mi baja estatura.
         --¿Enserio? No los aparentas, te vez más joven
         --Es por genética, nadie en mi familia aparenta la edad que tiene –le explique mientras desviaba la mirada, avergonzada por el cumplido.
         --Sera mejor que veamos que hay dentro –cambio drásticamente el tema, sentí a mis espaldas como los golpes en la puerta se habían intensificado.
         Fui hasta la habitación de mis padres y abrí una puerta, el armario para ser precisa. Ahí busque con el tacto en los compartimientos de mi papá una llave muy singular, hasta que di con ella. Era solo un fierro, pero esa llave abría casi todas las puertas de la casa. Camine hasta donde estaba la puerta de la habitación de mi hermana, si suponía bien quien estaba dentro era una de mis hermanas mayores.
         --Ten –le extendí la llave a Val, ella me miro interrogante –Si mis suposiciones son correctas dentro esta mi hermana y me hice una promesa “yo me encargaría de mi familia si se volvían una de esa cosas”.
         --¿Estás segura? Es tu familia después de todo.
         --Y por eso lo hago, quizás no me entiendas pero solo te pido que abras la puerta y de hagas a un lado. Es fácil, en la manilla hay un agujero, ahí metes la llave, presionas y giras, es así de fácil.
         Pude ver en su rostro que no le gustaba nada la idea de que le fuera a volar los sesos a mi familia pero no haría eso, el ruido puede atraer a más de esas cosas, le cortaría la cabeza y le daría una muerte digna, y junto con mis padres los enterraría. Sin importar como les llevaría flores todos los días.
         --No estoy de acuerdo pero no puedo hacer nada, debemos cumplir con nuestras promesas.
         La puerta se abría hacia adentro, así que cuando la abriera debía hacerse a un lado para evitar accidentes. Sentí como un horrible escalofrío recorrió toda mi espina dorsal cuando vi que ponía la llave y giraba la perilla. Trate de calmar mi respiración y los latidos de mi corazón, había hecho una promesa y debía cumplirla pero eso no quitaba el hecho de que aun era mi familia y que tendría que darles muerte con mis propias manos.
         Perdónenme, por favor. Lo último que quiero es que vaguen por esta tierra sin tener conciencia de lo que hacen.
         Sin darme cuenta de mis ojos comenzaron a brotar lágrimas, pero aun así no me arrepentí de la decisión que había tomado. Val me miraba preocupada, yo solo asentí para mostrarle que estaba lista para lo que saliera de ahí. La vi tragar, una gota de sudor se deslizó desde su sien hasta perderse en su cuello. Giro lentamente la perilla y la abrió de golpe. Detrás de la puerta –entre la puerta y la pared– había una de esas cosas y encima de la cama había otra, era mi hermana y su novio, quizás después de que se desato esto Fernando, el novio de mi hermana Viviana, debe de haber venido a verla, a alguno de los dos lo tienen que haber infectado y luego atacado al otro. Mi hermana que se encontraba detrás de la puerta trataba de salir de allí pero de algún modo Val se las arreglaba para que no se moviera.
         --Si te apuras no me enojo, pequeña.
         --Luego te reclamo, Val.
         Saque el machete de su funda y golpee la cara de Fernando, le hice una herida muy fea pero ni así se dejo de mover. Le hice una zancadilla y lo voté al suelo y deje caer el machete en su cuello, decapitándolo después de una serie de repeticiones. Por fin dejo de moverse. Me gire a donde estaba Val y mi hermana –Val tratando de que no saliera de detrás de la puerta y Viviana tratando de coger algún trozo de carne de Val–. Me acerque hasta donde estaban y le enterré el machete en la frente, tuve que hacerlo 3 veces para que el filo atravesara el cráneo y llegara hasta el cerebro. Cuando por fin dejo de moverse solté el machete, mire mis manos, estaba cubierta de sangre de mi hermana y de Fernando. Sentí como unos brazos me rodeaban y me escondían.
         --Te dije que no era necesario que hicieras eso.
         No dije nada. Solo me oculte en su pecho, sollozando en silencio. Apreté su ropa, temiendo que se alejara de mí, no quería abandonar aquella calidez que sentía al estar abrazada a ella. No se parecía a nada que hubiera sentido antes; era como una mezcla entre el abrazo de una madre, tu mejor amiga y esa persona especial que todo el mundo tiene, pero yo nunca la encontrare.
         No se cuanto tiempo nos quedamos así, pero unos golpes en el piso de arriba nos alerto. Quedaba una más. Mi otra hermana Roseta. Sabía que mi hermana hoy no tenia clases en la universidad y tampoco tenía que trabajar, haciendo uso de la deducción, seguramente cuando Fernando y Viviana se infectaron atacaron a Roseta y ella los encerró y luego se escondió, pero deben de haberla infectado de alguna forma porque si fuera como nosotras ya habría bajado al escuchar un ruido ajeno a esas cosas.
         --Debemos ir a ver el último piso, ahí solo hay un baño, la librería-habitación de invitados y la otra habitación matrimonial. Si es mi hermana está en su habitación, sino lo es, esa cosa esta en el baño.
         --¿Quieres que sea yo la que le ponga fin? No te ves bien –se le notaba la preocupación en la voz, llevo su mano hasta mi mejilla y limpio un poco de la sangre que tenía en el rostro.
         --No, tengo que hacerlo yo o no podre vivir tranquila.
         --Pequeña…
         Le iba a reclamar por decirme nuevamente pequeña pero nuevamente me abrazo. Aunque ahora era distinto; sentí como los colores se alojaban en mis mejillas, sentía un calor incomodo en todo mi cuerpo y como todo a mi alrededor desaparecía, solo estábamos nosotras dos en la habitación, en el mundo. Tenía ganas de hacer algo que jamás pensé que pasaría por mi mente: tenía ganas de separarme levemente, mirarla a esos ojos cafés tan oscuros que parecían ser negros, perderme en ellos, acercarme a su rostro, enredar mis brazos en su cuello, sentir como su aliento acariciaría mis labios, inclinarme para poder alcanzar su altura y fundirnos en un delicado beso. Cuando me di cuenta de mis pensamientos me separé de ella de forma sutil.
         --Terminemos con esto, las demás están afuera esperando que salgamos. Tenemos que poner a todas a salvo –hable mientras le daba la espalda y tomaba el machete.
         --Tienes razón.
         Limpie el machete con mi blusa del colegio. Luego me vi al espejo que tenía mi hermana en su habitación. De algún modo me veía atractiva cubierta de sangre, como una belleza exótica, me di cuenta de que parte de mi uniforme estaba destrozado y hecho girones, y eso solo hacía que mi pensamiento creciera con mayor fuerza.
         Salí de la habitación con Val atrás de mí, subimos las escaleras hasta llegar al que yo llamaba el mundo de mi hermana, ya que nunca bajaba de ahí a menos que fuera para comer, ir a la universidad o salir. Cuando llegamos arriba la puerta del baño estaba abierta, la pieza de invitados estaba vacía mientras que la puerta que daba a la habitación de Roseta estaba cerrada. En la puerta había huellas ensangrentadas, si mis sospechas eran correctas mi hermana ya era una de esas cosas; seguramente después de haber encerrado a Viviana y Fernando ella se escondió en su habitación. Al parecer no tenían el suficiente razonamiento como para abrir puertas y eso era un punto bueno a nuestro favor.
         Tome la perilla para poder abrir y terminar con todo de una vez por todas pero Val sujeto mi mano antes de que girara el picaporte.
         --Sigo creyendo que no es buena idea
         --Puede que no, pero no quiero ver a mi familia como esas cosas, alimentándose de carne humana, no quiero eso. Prefiero que descansen a que sigan vagando –nuevamente las lagrimas se asomaron, esto no era nada fácil y el que Val me detuviera solo lo hacía más difícil.
         --De acuerdo, no te detendré.
         Cuando por fin liberó mi mano gire la perilla y nos hicimos hacia atrás. Ahí en el centro de la habitación estaba lo que fue mi hermana. Miraba con mucha atención su reflejo en el espejo que había pegado en la pared. Parecía como si no se reconociera, aprovechando que no había notado nuestra presencia me acerque por detrás y le golpee con el machete mandándola al suelo. Vi como se retorcía y se volvía a mí con claras intenciones de arrancarme un trozo de carne –de donde fuera–. La patee con fuerza y le disloque el cuello. Dejo de moverse.
         --Es interesante, cuando les rompes la cabeza y dañas sus columnas vertebrales dejan de moverse.
         --Supongo que es algo normal. Digo si nos pasara lo mismo también moriríamos en cuestión de tiempo. Vamos, entre más pronto estén todas a salvo más pronto podre descansar, muero de sueño.
         --¿Enserio tienes 16? –trato de reprimir su risa pero no hubo caso, pero estaba tan cansada que no me importo y comencé a bajar las escaleras.
         --Vienes o no –de verdad estaba de mal humor, primero había visto los cuerpos de mis padres descuartizados, luego tuve que partirles la cabeza literalmente a Viviana y Fernando, y le rompí el cuello a Roseta y para colmo de males tenia sueño y hambre.
         --Espera –me detuve a mitad de la escalera y la mire. Ella bajo hasta el escalón en donde estaba y me abrazo. Me quede completamente estática, nunca me había gustado que abrazaran, aparte de Alex y mi familia, pero con Val era distinto, una enorme paz recorría mi cuerpo mientras me abrazaba, los ojos comenzaron a pesarme hasta que me dormí. Aun estaba semi consiente cuando sentí que me levantaba y me cargaba estilo nupcial. Bajamos hasta el primer piso y me dejo en el sillón, después de eso no supe nada más.


         Sentí como alguien acariciaba mi cabeza, poco a poco las caricias fueron sacándome de mi estado de letargo, reconocí el lugar, era mi sala y estaba acostada en el sillón largo de cuero. Vi a Andrea durmiendo en un sillón individual, Nicole estaba sentada en otro sillón y Fernanda estaba en el suelo entre las piernas de Nicole, vi como se regalaban caricias imperceptibles, no me sorprendía en realidad, habían  rumores que decía que ellas estaban saliendo y esas muestras de cariño lo confirman. Busque con la mirada a Val y la encontré sentada en otro sillón con Jack en sus brazos durmiendo.
         --¿Alex? –la llame media dormida aun, me restregué el ojo derecho con el dorso de la mano, algo que acostumbro a hacer cada vez que despierto, Alex  encontraban sumamente tierno ese gesto, para mi era solo un gesto.
         --¡Alicia, que bueno que despertaste! ¿Estás bien, te duele algo, tienes hambre, frio, tienes...? –todo eso me lo pregunto mientras me abrazaba, como si tuviera miedo de que me fuera o desapareciera.
         --Calma, demasiadas preguntas, sobrecargas mi cerebro –bromee mientras me agarraba la cabeza –Si estoy bien, no me duele nada, si tengo hambre pero eso no es novedad, no tengo frio, solo me duele la espalda.
         --Llevas un buen rato durmiendo –hablo Val desde su lugar.
         --¿Qué hora es? –pregunte mientras me levantaba y me estiraba, hace siglos que no dormía tan bien.
         --Son las 7:30 de la mañana –dijo mientras veía su reloj de pulsera –Al parecer no nos tendremos que preocupar por el agua y la luz por un tiempo, aquí aun llega.
         --Esas son buenas noticias, pero no hay que confiarse. Una vez que haya luz natural iremos a limpiar el resto de las casas, podremos sacar la comida y juntar agua, entre más tengamos mejor.
         --Tu amiga ya junto agua en todos los baños de tu casa –dijo refiriéndose a Alex –también vio la comida, si mis cálculos no me fallan tenemos comida para una semana. Mi memoria no es frágil, por aquí hay un supermercado ¿no?
         --A donde quieres llegar –ataco Alex
         --Entiendo hacia donde vas, pero no podemos llegar al súper y sacar lo necesario. Solo tú y yo sabemos manejar armas hasta ahora, no podremos contra esas cosas.
         --Si podemos, pero necesitamos autos. Escucha antes de todo esto yo estaba en una banda que se encargaba de robar cajeros por lo que se de lo que hablo, sé como entrar tomar lo que necesitamos y salir.
         Mi cara se descompuso, mire a Alex que estaba en las mismas condiciones que yo. Significaba que teníamos una delincuente en mi casa. Por alguna razón eso no me asustaba como debería, pero no estaba solo yo en todo esto, conocía a Alex y para protegernos era capaz de sacar a Val de aquí.
         --Significa que sabes usar armas de fuego ¿no?—hablo Alex
         --De fuego, blancas y se algo de karate aparte del kendo.
         --Me gusta la idea.
         --¿Quién eres y que hiciste con mi Alex?
         --Piénsalo, si juntamos la comida del resto de las casa de todos modos llegara el momento en que nos hará falta, en el supermercado hay cajas completamente llenas y sin abrir, deberíamos movernos antes de que los demás sobrevivientes piensen lo mismo –respondió Alex
         --Tienes razón pero no deberíamos ir todas, creo que deberíamos ir tu, Val, Andrea y yo. Sé que Andrea sabe conducir al igual que tú y yo…
         --Yo también se manejar así que eso facilita las cosas –dijo Val mientras se levantaba y dejaba a Jack en el sillón.
         --Con dos autos podemos lograrlo en incluso podemos conseguir más en el supermercado, si es necesario cada una tendrá el suyo y podremos traer más –dijo Alex
         --Estoy de acuerdo, pero primero debemos aislarnos. En este instante agradezco que hayan puesto un portón, lo malo es que no sé donde están las llaves que abre y cierran.
         --Con un par de cadenas y candados será suficiente por ahora, hasta que podamos encontrarlas y si no las encontramos yo puedo cambiar la chapa –Val estaba llena de sorpresas.
         --Ya enserio quien eres
         --Mi papá era cerrajero, me enseño todo lo que se, mi hermano me enseño kendo y mi banda me enseño a robar de muchas formas, nunca pensé que todo eso me seria de utilidad algún día, en especial eso ultimo.
         --En fin, por ahora debemos pensar en un plan para poder… --pero fui abruptamente interrumpida por: un gruñido estomacal…mi propio estomago reclamaba por alimento y lo peor es que por culpa del silencia que había en todos lados se había escuchado muy fuerte.        
         Las risas no demoraron en hacerse presentes haciendo que todas despertaran. Yo no podía estar más roja de vergüenza, valla momento para reclamar comida. Pero era entendible, ya eran dos días en los que no comía nada.
         --Primero comamos algo y luego seguiremos con esta conversación –hablo Alex poniéndose de pie.
         Fuimos a la cocina y vimos que podíamos comer. Al final decidimos comer huevo, había sido mucho tiempo en el que no comíamos bien y necesitábamos proteínas. Cuando todo estuvo listo lo llevamos al comedor, de algún modo se sentía bien estar así. Aunque me hubiera gustado que fuera en otras circunstancias.
         Cuando terminamos de comer me disculpe y  me retire ante la atenta mirada de todas, debía encontrar el rifle y la escopeta de papá. Fui hasta la habitación de mis padres, todo está igual, por suerte esas… no sé si llamar cosas a mi familia sea buena idea, pero al menos no entraron allí y eso me daba algo de paz interior. Revolví todo el armario de mis padres con la esperanza de encontrar las armas pero no había caso. Frustrada me senté en la cama.
         --¿Dónde rayo las escondiste papá? ¡Para que le hicimos caso a mamá y ordenamos la casa! –me tire de espalda a la cama y mire el cielo de la habitación y todo volvió a mi memoria --¡YA RECORDE! –baje las escaleras corriendo y abrí una puerta que daba a, como yo lo llamo “el cuarto del desorden”. Empecé a sacar todo sin importarme nada hasta que las encontré al fondo, ahí estaban la escopeta y el rifle a postones. Las tome y las saque pero volví a entrar, tenía que encontrar las municiones aun.
         --¿Dónde rayos estas maldita caja? –Pregunte al aire obviamente molesta --¿Cómo algo tan grande puede ser tan difícil de encontrar?
         --¿Qué buscas pequeña?
         --¡No me digas…! –Me levante tan rápido que se olvido que el lugar en donde estaba era pequeño y me golpee la cabeza --¡Auch!
         --¿Estás bien? –Se acerco hasta donde estaba y me ayudo a salir –Déjame ver –la sentí tocar donde me había pegado y me queje –Parece que solo fue el golpe, en el peor de los casos te quedara un chichón pero no lo creo.
         --Me dijiste pequeña de nuevo ¡no te metas con mi estatura, Val! –le grite, puede que ella provocara cosas extrañas en mi pero eso no le daba el derecho a burlarse de mí.
Volví sobre mis pasos para buscar la caja de municiones que un amigo de papá, que era militar, le había regalado hace ya mucho tiempo. Obviamente solo le regalo la caja, no podía regalarle la munición porque podían darlo de baja de su puesto. Pero era una caja para municiones de guerra, grande y de madera. Seguí buscando pero sentí una mirada en mi espalda, Val seguía ahí seguramente esperando a que yo encontrara lo que buscaba. Vi como movía la boca para hablar pero no dijo nada y se marcho.
         Quien rayos se cree que es, ya le dije que odiaba que se refiriera así de mí, no tengo la culpa de ser pequeña de estatura y eso siempre me ha atormentado. Todas mis hermanas fueron altas como mi papá pero yo saque los genes de mi mamá.
         --Mamá…Papá…Viviana…Roseta… --sentí como se me hacia un nudo en la garganta --¿Por qué tuvo que pasar esto?

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