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Sabía
que tenía tantas posibilidades de sobrevivir como de sacarle el Loto, pero
debía intentarlo. No les iba a dar el placer a esas cosas de destrozarme viva
sin luchar antes.
En cuanto Crystal entro golpee con
fuerza la meza con el fierro de la meza -que contradictorio- para llamar la
atención de esas cosas. Funciono. Ni dudaron en tirarse contra mí para arrancar
cada pedazo de carne que pudiera. Con mucha habilidad le atravesé la cabeza a
uno de ellos, pero para mi mala suerte el fierro se quedo incrustado en su
cabeza.
-- Mierda, esto se ve mal --. Si no
pensaba en algo no podría sacar a nadie de aquí y peor rompería la promesa que
le hice a Alex. -- Defensa personal, es hora de ver para que sirves--. Tome del
brazo a una de esas cosas y lo lance por el barandal. Cuando cayó se le
destrozó la cabeza contra el suelo. Nunca en la vida, ni siquiera en las
películas de terror que acostumbro ver, había visto tanta sangre volar.
Mientras veía a esa cosa inerte en suelo, la última de ellas -era una chica de
más o menos doce-, me agarro por el pelo y me azotó contra el suelo. Se me tiro
encima tirándome tarascones para arrancarme un pedazo de carne de la cara; no
tenia escapatoria, me iba a morir justo ahí y a merced de una chica que ni
siquiera conocía. Forceje pero era muy fuerte. Como era posible que fueran tan
fuertes si ya deberían estar en estado de rigor mortis, no deberían ser capaces
de moverse. Todos esos pensamiento pasaban por mi mente, pero una pata de mesa
a 3 centímetros de mi cara me despertó.
--Si no te ayudo, te hubiera perdido
para siempre. Por eso no quería que fueras--.
Era Alex. Se había salido por la
ventana y le atravesó la cabeza a esa cosa. Me ayudo a ponerme de pie y en
cuanto pude sostener mi peso sola me lance a sus brazos llorando. Esa fue la
primera vez que pase tanto miedo. Prácticamente había visto la muerte a la
cara. Entramos por la ventana; una vez dentro me senté junto a la ventana y una
sola frase salió de mi boca.
-- Saldremos en un momento. Déjenme
reponerme--. Y ahí me quede, sollozando. Alex se sentó junto a mí y me acomodo
en su pecho. Solloce por dos horas en su pecho, me temblaban las piernas y las
manos, no podía articular palabras. Estaba muy asustada, pero sabía que tenía
que salir adelante o sino no saldríamos de aquí. Ya era medio día cuando por
fin pude moverme y hablar con naturalidad, pero la imagen de esa cosa en el
fierro atravesando su cabeza aun estaba en mi mente.
--Escuchen, tenemos cuatro autos. Sé
muy bien que varias de aquí saben conducir. Somos 20, serán 5 por auto. Yo seré
una de las que conduzca un auto quien quiera venir conmigo y Alex es más que
bienvenida y las que quieran seguirme en otro auto también pero necesitamos
ponernos de acuerdo ahora--. Ninguna quiso seguirnos a mí y a Alex, pero
quienes vendrían con nosotras en el auto serian Nicole, Andrea y Fernanda.
Ellas tres las dejaríamos en las puertas de la casa de Fernanda -era la más
cercana- y luego nos iríamos; el resto ya había armado sus grupos.
-- Ok, ¿todas tienes claro con quien irán?--
preguntó Alex. Todas afirmaron con la cabeza.
-- Presten atención. Saldremos por la
ventana en fila india. Las filas irán así: conductora, copiloto, pasajeros.
Ahora lo más importante. Si a alguien llegan a atacarla déjenla atrás, no importa
de quien se trate. Si es la conductora tendrán que repartirse en los autos que
tengan una-- todas me miraban con una expresión de miedo y sorpresa, incluso
Alex.
Una vez que todas asimilaron la
información nos pusimos en marcha. No se separen y no hagan ruido fue lo último
que dije. Al parecer todas cumplían al pie de la letra las instrucciones que
había dado, nadie hablaba ni se salía de la línea. Y esas cosas ya no podían
vernos -se les habían cristalizado los ojos por haber muerto- y algunos ya presentaban
signos de rigor mortis. Esto sería fácil. Cuando llegamos al estacionamiento
todas las conductoras, a la vez, sacamos las alarmas de los autos. Se subieron
las pasajeras, las copilotos y las conductoras, todas menos yo. Me encargaría
de abrir el portón para que salieran y luego volvería al auto para seguirlas,
hasta cierto punto. Cuando lo abrí salió el primer auto y luego se perdió de mi
vista, y así fue con el segundo y el tercero. Cuando me devolví al auto esas
cosas estaban demasiado cerca, si cometía un solo error me moría y lo mismo era
para Alex y las demás. Logre llegar al auto pero cuando estaba cerrando la
puerta una de esas cosas la afirmo impidiéndome cerrar. Todas comenzaron a
gritar y eso me desespero. Encendí en auto y acelere a fondo, me quite a esa
cosa y de paso me lleve a varios más cuando les pase el auto por encima, pero
no podía ver nada por la sangre que había saltado al parabrisas. Puse a
funcionar las plumillas y me aleje a toda velocidad del colegio. Habíamos
logrado salir con vida, pero ¿Cuánto duraría esta racha de buena suerte?
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