Nos quedamos unos minutos en esa
posición, parecía que no me quería soltar, pero lo hizo –creo que de mala
gana–. Me voltee a verla, era mucho más alta que yo, me sacaba una cabeza
completa, tenía el pelo corto como varón, y lo tenía peinado hacia la
izquierda, vestía una polera negra sin ningún diseño y unos jeans grises,
también tenía unas zapatillas de básquet negras con blanco de marca Nike, su
cuerpo lucía atlético –seguramente por el kendo–. Tenía una perforación en el
lóbulo derecho y una expansión en el izquierdo, y a través de su pelo pude
apreciar que también tenía un pircing en la ceja. Se veía…linda, pero en un
sentido distinto al que se lo diría a alguna amiga. Sentí el impulso de tocar
su rostro, aquella cara que demostraba mucha más madures que la mía. Pero qué
pensaría de mí, además estábamos en un lugar peligroso, muchas vidas dependían
de nosotras ¡y yo no me podía concentrar en esta sencilla misión!
--Se que soy atractiva pero tenemos que
ver quien está dentro de la habitación –ese comentario me hizo poner los pies
en la tierra, me le había quedado viendo como idiota quien sabe cuánto tiempo.
--Yo… –no tenia siquiera una buena
escusa –Solo… –piensa en algo maldita sea
–me pareció extraño que no estuvieras con uniforme, parece que tienes solo
unos años más que yo pero aun así parece que eres estudiante de preparatoria.
--Valla me ofendes –me dijo con
molestia claramente fingida.
--No entiendo…
--¿Qué edad crees que tengo?
--Ammm no lo sé unos 18 ¿quizás?
--Te equivocas pequeña, tengo 14
Mi cara se descompuso, ¿¡Como que tenia
14!? Se veía más grande en todo sentido de la palabra.
--¿¡como que tienes 14!? Más importante
aun ¿¡Como que pequeña!? ¡Tengo 16! –si había algo que me molestara mas era que
se metieran con mi estatura.
Ahora la sorprendida era ella, yo
aparentaba tener al menos 13; como era baja de altura y de rasgos infantiles
siempre había sido centro de burlas, pero me encargue de cerrarles la boca a
todo aquel que osara a burlarse de mi o de mis seres cercanos; familia o
amigos. En la escuela me había ganado el apodo de Diablita, por mi mal carácter
cuando interrumpían mis siestas o porque sin importar el lugar yo me vengaba de
aquel que cometiera el craso error de reírse de mí, y por mi baja estatura.
--¿Enserio? No los aparentas, te vez más
joven
--Es por genética, nadie en mi familia
aparenta la edad que tiene –le explique mientras desviaba la mirada,
avergonzada por el cumplido.
--Sera mejor que veamos que hay dentro
–cambio drásticamente el tema, sentí a mis espaldas como los golpes en la
puerta se habían intensificado.
Fui hasta la habitación de mis padres y
abrí una puerta, el armario para ser precisa. Ahí busque con el tacto en los
compartimientos de mi papá una llave muy singular, hasta que di con ella. Era
solo un fierro, pero esa llave abría casi todas las puertas de la casa. Camine
hasta donde estaba la puerta de la habitación de mi hermana, si suponía bien
quien estaba dentro era una de mis hermanas mayores.
--Ten –le extendí la llave a Val, ella
me miro interrogante –Si mis suposiciones son correctas dentro esta mi hermana
y me hice una promesa “yo me encargaría
de mi familia si se volvían una de esa cosas”.
--¿Estás segura? Es tu familia después
de todo.
--Y por eso lo hago, quizás no me
entiendas pero solo te pido que abras la puerta y de hagas a un lado. Es fácil,
en la manilla hay un agujero, ahí metes la llave, presionas y giras, es así de
fácil.
Pude ver en su rostro que no le gustaba
nada la idea de que le fuera a volar los sesos a mi familia pero no haría eso,
el ruido puede atraer a más de esas cosas, le cortaría la cabeza y le daría una
muerte digna, y junto con mis padres los enterraría. Sin importar como les
llevaría flores todos los días.
--No estoy de acuerdo pero no puedo
hacer nada, debemos cumplir con nuestras promesas.
La puerta se abría hacia adentro, así
que cuando la abriera debía hacerse a un lado para evitar accidentes. Sentí
como un horrible escalofrío recorrió toda mi espina dorsal cuando vi que ponía
la llave y giraba la perilla. Trate de calmar mi respiración y los latidos de
mi corazón, había hecho una promesa y debía cumplirla pero eso no quitaba el
hecho de que aun era mi familia y que tendría que darles muerte con mis propias
manos.
Perdónenme,
por favor. Lo último que quiero es que vaguen por esta tierra sin tener
conciencia de lo que hacen.
Sin darme cuenta de mis ojos comenzaron
a brotar lágrimas, pero aun así no me arrepentí de la decisión que había
tomado. Val me miraba preocupada, yo solo asentí para mostrarle que estaba
lista para lo que saliera de ahí. La vi tragar, una gota de sudor se deslizó
desde su sien hasta perderse en su cuello. Giro lentamente la perilla y la
abrió de golpe. Detrás de la puerta –entre la puerta y la pared– había una de
esas cosas y encima de la cama había otra, era mi hermana y su novio, quizás
después de que se desato esto Fernando, el novio de mi hermana Viviana, debe de
haber venido a verla, a alguno de los dos lo tienen que haber infectado y luego
atacado al otro. Mi hermana que se encontraba detrás de la puerta trataba de
salir de allí pero de algún modo Val se las arreglaba para que no se moviera.
--Si te apuras no me enojo, pequeña.
--Luego te reclamo, Val.
Saque el machete de su funda y golpee
la cara de Fernando, le hice una herida muy fea pero ni así se dejo de mover.
Le hice una zancadilla y lo voté al suelo y deje caer el machete en su cuello,
decapitándolo después de una serie de repeticiones. Por fin dejo de moverse. Me
gire a donde estaba Val y mi hermana –Val tratando de que no saliera de detrás de
la puerta y Viviana tratando de coger algún trozo de carne de Val–. Me acerque
hasta donde estaban y le enterré el machete en la frente, tuve que hacerlo 3
veces para que el filo atravesara el cráneo y llegara hasta el cerebro. Cuando
por fin dejo de moverse solté el machete, mire mis manos, estaba cubierta de
sangre de mi hermana y de Fernando. Sentí como unos brazos me rodeaban y me
escondían.
--Te dije que no era necesario que
hicieras eso.
No dije nada. Solo me oculte en su
pecho, sollozando en silencio. Apreté su ropa, temiendo que se alejara de mí,
no quería abandonar aquella calidez que sentía al estar abrazada a ella. No se
parecía a nada que hubiera sentido antes; era como una mezcla entre el abrazo
de una madre, tu mejor amiga y esa persona especial que todo el mundo tiene,
pero yo nunca la encontrare.
No se cuanto tiempo nos quedamos así,
pero unos golpes en el piso de arriba nos alerto. Quedaba una más. Mi otra
hermana Roseta. Sabía que mi hermana hoy no tenia clases en la universidad y
tampoco tenía que trabajar, haciendo uso de la deducción, seguramente cuando
Fernando y Viviana se infectaron atacaron a Roseta y ella los encerró y luego
se escondió, pero deben de haberla infectado de alguna forma porque si fuera
como nosotras ya habría bajado al escuchar un ruido ajeno a esas cosas.
--Debemos
ir a ver el último piso, ahí solo hay un baño, la librería-habitación de
invitados y la otra habitación matrimonial. Si es mi hermana está en su
habitación, sino lo es, esa cosa esta en el baño.
--¿Quieres que sea yo la que le ponga
fin? No te ves bien –se le notaba la preocupación en la voz, llevo su mano
hasta mi mejilla y limpio un poco de la sangre que tenía en el rostro.
--No, tengo que hacerlo yo o no podre
vivir tranquila.
--Pequeña…
Le iba a reclamar por decirme
nuevamente pequeña pero nuevamente me abrazo. Aunque ahora era distinto; sentí
como los colores se alojaban en mis mejillas, sentía un calor incomodo en todo
mi cuerpo y como todo a mi alrededor desaparecía, solo estábamos nosotras dos
en la habitación, en el mundo. Tenía ganas de hacer algo que jamás pensé que
pasaría por mi mente: tenía ganas de separarme levemente, mirarla a esos ojos cafés
tan oscuros que parecían ser negros, perderme en ellos, acercarme a su rostro,
enredar mis brazos en su cuello, sentir como su aliento acariciaría mis labios,
inclinarme para poder alcanzar su altura y fundirnos en un delicado beso.
Cuando me di cuenta de mis pensamientos me separé de ella de forma sutil.
--Terminemos con esto, las demás están
afuera esperando que salgamos. Tenemos que poner a todas a salvo –hable
mientras le daba la espalda y tomaba el machete.
--Tienes razón.
Limpie el machete con mi blusa del
colegio. Luego me vi al espejo que tenía mi hermana en su habitación. De algún
modo me veía atractiva cubierta de sangre, como una belleza exótica, me di
cuenta de que parte de mi uniforme estaba destrozado y hecho girones, y eso
solo hacía que mi pensamiento creciera con mayor fuerza.
Salí de la habitación con Val atrás de mí,
subimos las escaleras hasta llegar al que yo llamaba el mundo de mi hermana, ya
que nunca bajaba de ahí a menos que fuera para comer, ir a la universidad o
salir. Cuando llegamos arriba la puerta del baño estaba abierta, la pieza de
invitados estaba vacía mientras que la puerta que daba a la habitación de
Roseta estaba cerrada. En la puerta había huellas ensangrentadas, si mis
sospechas eran correctas mi hermana ya era una de esas cosas; seguramente
después de haber encerrado a Viviana y Fernando ella se escondió en su
habitación. Al parecer no tenían el suficiente razonamiento como para abrir
puertas y eso era un punto bueno a nuestro favor.
Tome la perilla para poder abrir y
terminar con todo de una vez por todas pero Val sujeto mi mano antes de que
girara el picaporte.
--Sigo creyendo que no es buena idea
--Puede que no, pero no quiero ver a mi
familia como esas cosas, alimentándose de carne humana, no quiero eso. Prefiero
que descansen a que sigan vagando –nuevamente las lagrimas se asomaron, esto no
era nada fácil y el que Val me detuviera solo lo hacía más difícil.
--De acuerdo, no te detendré.
Cuando por fin liberó mi mano gire la
perilla y nos hicimos hacia atrás. Ahí en el centro de la habitación estaba lo
que fue mi hermana. Miraba con mucha atención su reflejo en el espejo que había
pegado en la pared. Parecía como si no se reconociera, aprovechando que no
había notado nuestra presencia me acerque por detrás y le golpee con el machete
mandándola al suelo. Vi como se retorcía y se volvía a mí con claras intenciones
de arrancarme un trozo de carne –de donde fuera–. La patee con fuerza y le
disloque el cuello. Dejo de moverse.
--Es interesante, cuando les rompes la
cabeza y dañas sus columnas vertebrales dejan de moverse.
--Supongo que es algo normal. Digo si
nos pasara lo mismo también moriríamos en cuestión de tiempo. Vamos, entre más
pronto estén todas a salvo más pronto podre descansar, muero de sueño.
--¿Enserio tienes 16? –trato de
reprimir su risa pero no hubo caso, pero estaba tan cansada que no me importo y
comencé a bajar las escaleras.
--Vienes o no –de verdad estaba de mal
humor, primero había visto los cuerpos de mis padres descuartizados, luego tuve
que partirles la cabeza literalmente a Viviana y Fernando, y le rompí el cuello
a Roseta y para colmo de males tenia sueño y hambre.
--Espera
–me detuve a mitad de la escalera y la mire. Ella bajo hasta el escalón en
donde estaba y me abrazo. Me quede completamente estática, nunca me había
gustado que abrazaran, aparte de Alex y mi familia, pero con Val era distinto,
una enorme paz recorría mi cuerpo mientras me abrazaba, los ojos comenzaron a
pesarme hasta que me dormí. Aun estaba semi consiente cuando sentí que me
levantaba y me cargaba estilo nupcial. Bajamos hasta el primer piso y me dejo
en el sillón, después de eso no supe nada más.
Sentí como alguien acariciaba mi cabeza, poco a poco las caricias
fueron sacándome de mi estado de letargo, reconocí el lugar, era mi sala y
estaba acostada en el sillón largo de cuero. Vi a Andrea durmiendo en un sillón
individual, Nicole estaba sentada en otro sillón y Fernanda estaba en el suelo
entre las piernas de Nicole, vi como se regalaban caricias imperceptibles, no
me sorprendía en realidad, habían rumores que decía que ellas estaban saliendo y
esas muestras de cariño lo confirman. Busque con la mirada a Val y la encontré
sentada en otro sillón con Jack en sus brazos durmiendo.
--¿Alex?
–la llame media dormida aun, me restregué el ojo derecho con el dorso de la
mano, algo que acostumbro a hacer cada vez que despierto, Alex encontraban sumamente tierno ese gesto, para
mi era solo un gesto.
--¡Alicia,
que bueno que despertaste! ¿Estás bien, te duele algo, tienes hambre, frio,
tienes...? –todo eso me lo pregunto mientras me abrazaba, como si tuviera miedo
de que me fuera o desapareciera.
--Calma,
demasiadas preguntas, sobrecargas mi cerebro –bromee mientras me agarraba la
cabeza –Si estoy bien, no me duele nada, si tengo hambre pero eso no es novedad,
no tengo frio, solo me duele la espalda.
--Llevas
un buen rato durmiendo –hablo Val desde su lugar.
--¿Qué
hora es? –pregunte mientras me levantaba y me estiraba, hace siglos que no
dormía tan bien.
--Son
las 7:30 de la mañana –dijo mientras veía su reloj de pulsera –Al parecer no
nos tendremos que preocupar por el agua y la luz por un tiempo, aquí aun llega.
--Esas
son buenas noticias, pero no hay que confiarse. Una vez que haya luz natural
iremos a limpiar el resto de las casas, podremos sacar la comida y juntar agua,
entre más tengamos mejor.
--Tu
amiga ya junto agua en todos los baños de tu casa –dijo refiriéndose a Alex –también
vio la comida, si mis cálculos no me fallan tenemos comida para una semana. Mi
memoria no es frágil, por aquí hay un supermercado ¿no?
--A
donde quieres llegar –ataco Alex
--Entiendo
hacia donde vas, pero no podemos llegar al súper y sacar lo necesario. Solo tú
y yo sabemos manejar armas hasta ahora, no podremos contra esas cosas.
--Si
podemos, pero necesitamos autos. Escucha antes de todo esto yo estaba en una
banda que se encargaba de robar cajeros por lo que se de lo que hablo, sé como
entrar tomar lo que necesitamos y salir.
Mi
cara se descompuso, mire a Alex que estaba en las mismas condiciones que yo.
Significaba que teníamos una delincuente en mi casa. Por alguna razón eso no me
asustaba como debería, pero no estaba solo yo en todo esto, conocía a Alex y
para protegernos era capaz de sacar a Val de aquí.
--Significa
que sabes usar armas de fuego ¿no?—hablo Alex
--De
fuego, blancas y se algo de karate aparte del kendo.
--Me
gusta la idea.
--¿Quién
eres y que hiciste con mi Alex?
--Piénsalo,
si juntamos la comida del resto de las casa de todos modos llegara el momento
en que nos hará falta, en el supermercado hay cajas completamente llenas y sin
abrir, deberíamos movernos antes de que los demás sobrevivientes piensen lo
mismo –respondió Alex
--Tienes
razón pero no deberíamos ir todas, creo que deberíamos ir tu, Val, Andrea y yo.
Sé que Andrea sabe conducir al igual que tú y yo…
--Yo
también se manejar así que eso facilita las cosas –dijo Val mientras se
levantaba y dejaba a Jack en el sillón.
--Con
dos autos podemos lograrlo en incluso podemos conseguir más en el supermercado,
si es necesario cada una tendrá el suyo y podremos traer más –dijo Alex
--Estoy
de acuerdo, pero primero debemos aislarnos. En este instante agradezco que
hayan puesto un portón, lo malo es que no sé donde están las llaves que abre y
cierran.
--Con
un par de cadenas y candados será suficiente por ahora, hasta que podamos
encontrarlas y si no las encontramos yo puedo cambiar la chapa –Val estaba
llena de sorpresas.
--Ya
enserio quien eres
--Mi
papá era cerrajero, me enseño todo lo que se, mi hermano me enseño kendo y mi
banda me enseño a robar de muchas formas, nunca pensé que todo eso me seria de
utilidad algún día, en especial eso ultimo.
--En
fin, por ahora debemos pensar en un plan para poder… --pero fui abruptamente
interrumpida por: un gruñido estomacal…mi propio estomago reclamaba por
alimento y lo peor es que por culpa del silencia que había en todos lados se
había escuchado muy fuerte.
Las
risas no demoraron en hacerse presentes haciendo que todas despertaran. Yo no
podía estar más roja de vergüenza, valla momento para reclamar comida. Pero era
entendible, ya eran dos días en los que no comía nada.
--Primero
comamos algo y luego seguiremos con esta conversación –hablo Alex poniéndose de
pie.
Fuimos
a la cocina y vimos que podíamos comer. Al final decidimos comer huevo, había
sido mucho tiempo en el que no comíamos bien y necesitábamos proteínas. Cuando
todo estuvo listo lo llevamos al comedor, de algún modo se sentía bien estar así.
Aunque me hubiera gustado que fuera en otras circunstancias.
Cuando
terminamos de comer me disculpe y me
retire ante la atenta mirada de todas, debía encontrar el rifle y la escopeta
de papá. Fui hasta la habitación de mis padres, todo está igual, por suerte
esas… no sé si llamar cosas a mi familia sea buena idea, pero al menos no
entraron allí y eso me daba algo de paz interior. Revolví todo el armario de
mis padres con la esperanza de encontrar las armas pero no había caso.
Frustrada me senté en la cama.
--¿Dónde
rayo las escondiste papá? ¡Para que le hicimos caso a mamá y ordenamos la casa!
–me tire de espalda a la cama y mire el cielo de la habitación y todo volvió a
mi memoria --¡YA RECORDE! –baje las escaleras corriendo y abrí una puerta que
daba a, como yo lo llamo “el cuarto del desorden”. Empecé a sacar todo sin
importarme nada hasta que las encontré al fondo, ahí estaban la escopeta y el
rifle a postones. Las tome y las saque pero volví a entrar, tenía que encontrar
las municiones aun.
--¿Dónde
rayos estas maldita caja? –Pregunte al aire obviamente molesta --¿Cómo algo tan
grande puede ser tan difícil de encontrar?
--¿Qué
buscas pequeña?
--¡No
me digas…! –Me levante tan rápido que se olvido que el lugar en donde estaba
era pequeño y me golpee la cabeza --¡Auch!
--¿Estás
bien? –Se acerco hasta donde estaba y me ayudo a salir –Déjame ver –la sentí
tocar donde me había pegado y me queje –Parece que solo fue el golpe, en el
peor de los casos te quedara un chichón pero no lo creo.
--Me
dijiste pequeña de nuevo ¡no te metas con mi estatura, Val! –le grite, puede
que ella provocara cosas extrañas en mi pero eso no le daba el derecho a
burlarse de mí.
Volví
sobre mis pasos para buscar la caja de municiones que un amigo de papá, que era
militar, le había regalado hace ya mucho tiempo. Obviamente solo le regalo la
caja, no podía regalarle la munición porque podían darlo de baja de su puesto.
Pero era una caja para municiones de guerra, grande y de madera. Seguí buscando
pero sentí una mirada en mi espalda, Val seguía ahí seguramente esperando a que
yo encontrara lo que buscaba. Vi como movía la boca para hablar pero no dijo
nada y se marcho.
Quien rayos se cree que es, ya le dije que
odiaba que se refiriera así de mí, no tengo la culpa de ser pequeña de estatura
y eso siempre me ha atormentado. Todas mis hermanas fueron altas como mi papá
pero yo saque los genes de mi mamá.
--Mamá…Papá…Viviana…Roseta…
--sentí como se me hacia un nudo en la garganta --¿Por qué tuvo que pasar esto?